
Esta tarde volví al Instituto después de las inundaciones en la provincia. Me tocó participar en una clase sobre los medios de
comunicación y toda la basura que hay detrás de una pantalla, radio o diario. Escuché sobre poder político, grupos económicos, preferencias y salidas del aire por medio de manipulaciones. Y no es poco.
En Argentina, puntualmente, la comunicación nos
incomunica. Los programas en la televisión son cada vez más superficiales y hay muchos más atontados que antes. Una de las preguntas que formularon fue si el pueblo es quien elige la programación, o si los grandes poderosos, dueños de medios importantes, terminan imponiéndonos programas cada vez más desastrosos. En ese momento no pude formular una respuesta irrefutable, sino que solamente dije que nosotros tenemos el control remoto y podemos elegir qué ver.
Ahora, en frío, se me ocurre algo bastante concreto: los grupos económicos que sostienen la programación en diferentes canales, dueños de radios y diarios, deberían aprender que la gente es el punto central de todo este negocio. Nosotros tenemos el poder de elegir lo que queremos ver, el desastre mediático de
Bailando por un sueño o algún partido de fútbol, el popular Gran Hermano o alguna película que valga la pena. La decisión final es nuestra, lo que pasa es que la mayoría tiene sólo un dedo de frente y no sabe mirar más que programas ligeros y sin sentido.
Mientras escribo este artículo, detrás mio se escucha el televisor. El chico del ciber puso Gran Hermano y tuve que aguantar una discusión entre dos GATOS que se peleaban por las extensiones en el pelo, por algunos insultos sobre mujeres más fáciles que otras y para tratar de conseguir tapas de revista. Por eso me cuesta entender a la gente que mira estos programas, que están desde la mañana prendidos al televisor y no hablan de otra cosa. Son momias que se sientan en el sillón y no mueven la cabeza por más que se esté muriendo alguien al lado suyo.
La comunicación que
incomunica. Así es el título y con mucha razón. Todo el mundo está pendiente del Rating, esos números que al final no significan nada. La mayoría mira programas de televisión que son basura y leen diarios con intereses creados, donde los periodistas no son más que títeres. La sociedad no está lejos de eso, una de cada tres personas debe ser analfabeta o muy estúpida como para dejarse influenciar por lo que dicen los medios. A la Argentina le falta madurar para salir del pozo de la dependencia... aunque pienso que nunca va a poder salir.