La UBA en los últimos meses fue el centro de atención de diarios y programas de televisión, pero no por las notas calificadas de sus alumnos, sino por el caos institucional que vive la más importante universidad de la Argentina. Quizás el origen de esta disputa sea simplemente el choque de puntos de vista totalmente diferentes, y no por eso se debe recurrir a marchas violentas o a "super operativos" de seguridad como si los propios estudiantes del establecimientos sean asesinos y violadores.
Creo que el mejor punto para poder analizar esta situación, es enfocarnos en una sola pregunta: ¿esta bien que los estudiantes esten en el límite entre la educación y la política? Si bien la universidad fue y será un lugar de estudio para todos los jóvenes, también es necesario destacar que se nos prepara para el futuro, es decir, para la salida laboral, las relaciones sociales y la política. Sin embargo, no creo que se deba mezclar ambos intereses, porque la educación es primordial en el desarrollo de un futuro actor político.
Entonces, no debemos entrar en la universidad y pensar en unirnos a un
centro de estudiantes que se arma sólo con fines políticos, porque las instituciones como la UBA tiene por sobre todas las cosas la educación. Creo que este es el precio de ser un país democrático, en el que recién ahora las "mayorías silenciosas" comienzan a despertarse y a tratar de llevarse todo por delante. Aduciendo que están en favor de la educación, tiran a la basura casi un año de estudios, siendo estas escandalosas medidas algo contraproducente para los propios estudiantes.
Vivimos en un país que exorta al diálogo, la perseverancia y la
libertad de expresión...y no deja de ser una ironía.